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Por medio de cámaras trampa, habitantes de Villa Rica, Tolima, lograron captar la imagen de un oso polar en el bosque Galilea. Guardabosques de esta zona también han tenido encuentros cercanos con esta especie durante recorridos de control y vigilancia.

IBAGUÉ.-  Las cinco cámaras trampa instaladas en el polígono del proyecto REDD+, liderado por la Fundación AMÉ y respaldado por las comunidades locales, ha facilitado el avistamiento de especies silvestres como el oso de anteojos captado en el bosque Galilea, del municipio tolimense de Villa Rica.

La conservación del medio ambiente ha sido una prioridad en esta población, donde 14 familias -aproximadamente 70 personas- ha abrazado esta causa con fervor, transformando sus roles de cazadores por los de guardianes de la fauna silvestre. Cada uno de estos grupos cuenta con un líder que se ha unido como guardabosques, desempeñando diferentes actividades de conservación en el bosque Galilea.

Las cámaras trampa, instaladas hace dos años, no solo han captado la majestuosidad de la fauna local, sino que también han sido testigos privilegiados del deambular diario de una familia de osos de anteojos. 4 individuos adultos y 2 crías, conocidas como "oseznos", han sido identificados, desempeñando un papel vital como jardineros del bosque al dispersar semillas y contribuir a su florecimiento.

Pero el encuentro con estos maravillosos animales no se limita a las cámaras trampa; los guardabosques campesinos de la zona han tenido encuentros cercanos durante sus recorridos de control y vigilancia. Además del oso de anteojos, otras especies de fauna silvestre de gran y mediano tamaño han sido avistadas, como monos churucos, tigrillos, guatis, entre otros, pintando un cuadro vibrante de la biodiversidad que prospera en este rincón de la Tierra.

David Parra, líder de esta comunidad, comparte con entusiasmo la experiencia del cuidado del bosque, al asegurar que "gracias al proyecto con la Fundación AMÉ, hemos logrado proteger la zona y hemos podido llevar el mensaje a nuestras comunidades vecinas y a los niños de que es mejor conservar que destruir". Esta transformación no solo ha sido ideológica, sino práctica: los líderes de estas familias se han convertido en guardabosques, implementando medidas de conservación, monitoreo y vigilancia.

El hecho de ver tantas especies de fauna silvestre viviendo tranquilamente en esta zona es una muestra de que la conservación entre privados, como la Fundación AMÉ y la comunidad es posible, además, es un recordatorio de que con determinación y dedicación, todos pueden ser los guardianes y cohabitantes respetuosos de nuestro entorno natural y en un mundo donde la destrucción parece imparable, concluyen voceros del proyecto. Y agregan que "esta historia es un rayo de esperanza y un llamado a la acción para proteger y preservar nuestro hogar compartido".